Dra. Concepción Calleja
Publicado en D-Farmacia, 20/09/2011
Dejamos atrás el verano, época en la que típicamente aparecen las las mariposas de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa Denis & Schiffermüller), se aparean y la hembra pone los huevos en las acículas u hojas de las coníferas. Ahora, entre mediados de septiembre y mediados de octubre, nacen las orugas. Permaneceran guarecidas en bolsones de seda durante el invierno y cuando éste finalice o empiece la primavera, las orugas iniciarán su descenso en fila hacia el suelo, para enterrarse en él como crisálidas dentro de su capullo. Finalmente, en verano, de las crisálidas saldrán mariposas y el ciclo volverá a comenzar.
Las orugas están recubiertas por unos pelillos urticantes que se dispersan y flotan en el aire, desprendiendo neurotoxinas, por lo que además de ser tóxicos, causan urticarias y alergias con consecuencias de leves a graves, tanto en personas como en animales domésticos.
Según explica Alain Roques (1, 2), «observamos que hay pacientes que reaccionan de forma diferente en las mismas condiciones de exposición e incluso con contactos mínimos se producen reacciones inmediatas y especialmente graves con mínimas exposiciones. Comprobamos que esto ocurre con especial frecuencia en pacientes con exposiciones repetidas, bien por motivos profesionales como los piñeros, ganaderos, albañiles, que trabajan en zonas de pinares, o bien en poblaciones que viven en zonas residenciales con pinos infestados de procesionaria». También afecta al ganado y la reacción que produce se puede confundir con la enfermedad de la lengua azul, lo que conlleva el sacrificio del animal.
Cambio climático
El cambio climático, con el aumento de la temperatura invernal en más de tres grados, hace que la larva, que no puede vivir a menos de 16 grados bajo cero, y que necesita una temperatura nocturna de 0 grados y una diurna de 9, en la actualidad sobreviva en climas que se consideraban fríos. De ahí que el que se describiera como un lepidóptero típicamente mediterráneo esté expandiendo su área endémica hacia el norte de Europa.
Protección
Conviene conocer las medidas básicas de protección para evitar los daños asociados a este lepidóptero:
• Aprender a deshacerse de los nidos sin recibir el veneno.
• Advertir a los niños de que no deben tocar jamás las orugas.
• Evitar que las rocen nuestras mascotas.
• Evitar las reacciones alérgicas, para lo que es muy útil llevar siempre que se vaya a acudir a un bosque de pinos el medicamento homeopático Urtica Urens 15 CH, y tomarlo cada hora (tres gránulos), si sospechamos de la existencias de esta oruga. Es una medida preventiva que no causa efectos secundarios y puede evitar grandes complicaciones.
Bibliografía
1. Instituto Nacional de Investigación en Agricultura (Francia). Coordinador del proyecto Urticlim, en el que participan diez
equipos franceses y dos españoles del servicio de Inmunología del Hospital Carlos III, de Madrid, y del servicio de Alergología del Hospital Río Hortega, de Valladolid.
2. Diario Médico: La procesionaria del pino puede ser una amenaza para la salud.