Dra. C. Calleja. Publicado en Homeopatia.net, 16/10/2017

Ella tenía que haber venido a las 18h. Por la mañana me avisó una amiga de que había fallecido por la noche; me hubiera gustado verla entrar por la puerta a esa hora y recibirla, escucharla… “que ganas tengo de que me veas” me dijo cuando pidió cita. Estoy cansada, he salido débil del hospital. Esto es normal, todo el mundo sale cansado de un hospital.
No es patrimonio de nadie, pero cuando le ocurre a un paciente tuyo y se crea esa ausencia en la consulta, duele, duele mucho. Se que nadie me va a contar nada, vivía sola y sin familia. Después de todos los años en los que ha depositado su confianza en mi, la siento como de casa, y su ausencia para siempre, me hace pensar en la levedad de la vida y en su brevedad.
Ella no llegó a tiempo a hacerse las pruebas programadas desde hacía tiempo en el hospital, su corazón dejo de latir antes.
Me embarga el profundo vínculo que establecemos los médicos con nuestros pacientes, y los sentimientos ambivalentes de haberla acompañado tantos años y al final perderla. Como nos pasa muchas veces esto, quizá por ello los sanitarios no somos más duros ante la muerte, si no más vulnerables y realistas. Aunque sabemos que es algo que inevitablemente sucederá, siempre resulta una sorpresa.
Ya no tendré enfrente de mi a una persona que había tenido que luchar duro en su vida, con su orden, los papeles escritos que me traía, y sus infinitas preguntas, con cariño, siempre con mucho cariño. He tenido que disimular mi tristeza, ese hueco ya está ahí. Una dosis de Arnica montana 10.000k me está ayudando a superar el duelo.
La vida sigue pero con cada acción, con cada suceso, nos va dejando huella, nos hace mas sabios. Ojalá esto sirva para ayudar mas y mejor a los pacientes.
Por y para nuestro pacientes siempre, así somos los médicos.